Artículo de opinión de la Nueva España sobre nuestro querido tertuliano Ángel Concheso
En recuerdo de un lavianés que sin abandonar su tierra vivió en Mieres, donde dejó una profunda huella
Por Carlos Cuesta 29.03.2017 | La Nueva España
La geografía era una de sus pasiones, ese conocimiento del medio y de su hábitat con la obsesión de los inteligentes. Ángel Concheso sobrevoló la línea roja como las gaviotas abandonan su feudo marino para encontrar en otro territorio nuevas sensaciones alejadas del universo terreno. Una persona íntegra y sujeta a esa realidad convivencial que tanto practicó en vida. Abierto, amigo de sus amigos, siempre concitando voluntades, tertuliano, familiar y amante de la vida en toda su dimensión humana. Un poleso-lavianés ejerciente, pues en su solar natal se encontraba como pez en el agua y disfrutaba intensamente de los jueves mercantiles con sus amigos de siempre entre conversaciones de altura y vieja idiosincrasia.
El acudía a su Pola y no a Laviana con la matización correspondiente que algunos no entendían. Y ahí aparecía el Ángel Concheso geográfico, toponímico y apaciguador para deshacer el entuerto de un error muy utilizado….Laviana es el concejo y La Pola su capital, y comenzaba la danza crítica de la explicación pertinente. Porque Ángel vivía a fondo su realidad social lavianesa hasta el punto de retener en su cabeza todas las familias con raíz doméstica con todos sus quehaceres, su situación y sus destinos, un ejercicio complejo y de mentes muy despiertas.
Pero sus vivencias cotidianas estaban en Mieres, su otra localidad amada, y donde desempeñó su labor profesional como perito de minas en el emblemático pozo Nicolasa. En Mieres participaba de las actividades de la Villa siendo un activo miembro de la Tertulia 17 y sus palabras y orientaciones siempre recibían el refrendo de todos.
Ahí residía la grandeza de este hombre bueno y de complexión amplia al estilo de su protagonista querido como fue Nolo, la Braña en la estupenda novela La Aldea Perdida de Armando Palacio Valdés. Se pueden mentar tantas palabras excelsas sobre la figura de Ángel Concheso que ocuparían mucho espacio, y ya se sabe que lo breve si bueno dos veces bueno.
El hombre animado y afectivo dejó este mundo a las puertas de la primavera, en un curso breve de una enfermedad traicionera y letal. Se fue tranquilo como su persona de bien y llevándose consigo un legado de amistad y bonhomía perfectamente recogido por su mujer y sus hijos…
Apellido de hidalgos
Ángel Concheso llevaba el apellido de los hidalgos lavianenses, ese que deja marca y entusiasmo allá por donde se enuncie. Y en Mieres fue una persona feliz, respetada y amigable. El hombre geográfico se ausentó para siempre, pero quedará la huella indeleble de sus actos terrenos… Ángel, el jueves quedamos en Laviana… Y con esa retranca intrínseca respondía: ¿En Laviana en dónde?, ¡carajo