Antonio Hevia, el líder de CC OO que capitaneó con Villa (SOMA) la resistencia al cierre de Hunosa, desvela cómo fue el encierro del Pozo Barredo
En la Navidad de 1991 el destino de las Cuencas mineras cambió. Asturias era el país de los 18.000 mineros en Hunosa, que sumaba cada año 50.000 millones de pesetas en pérdidas. El ajuste ya estaba negociándose: Hunosa no vería el nuevo siglo y, entre los posibles tratamientos para enterrar a la minería, algunos sopesaban aplicar una eutanasia/ejecución al estilo Margaret Tatcher. En 1990 comenzó un convulso periodo de interminables negociaciones entre la empresa y los sindicatos mineros, florecieron las manifestaciones y las huelgas en Asturias. Todo desembocó en un golpe de mano del CCOO y el SOMA, con el encierro de sus respectivas ejecutivas en el Pozo Barredo de Mieres en la noche del 22 de diciembre de 1991 y hasta el 3 de enero de 1992. Doce días hoy cargados de simbolismo histórico, que pasan por ser el inicio de un proceso negociador que llevó al cierre progresivo de los pozos, de la llegada de las prejubilaciones y de los fondos mineros. El enfermo fue, digamos, sometido a una larga sedación que aún llega a nuestros días, más de dos décadas después del cierre previsto en 2000. Uno de aquellos 36 del Barredo fue el mierense Antonio Hevia, ex secretario de minería de CC OO en Asturias, que lideró en esos años y hasta 2009 el proceso de negociación en una unidad de acción con el SOMA. Hoy hecha la vista atrás y vuelve a aquellos días:
«La fecha clave ye 1990. El gobierno de Felipe González trae de presidente de Hunosa a Juan Pedro Gómez Jaén, que venía de Potasas de Navarra. Esi añu eren les elecciones de la autonomía de Asturias, entonces al PSOE –es decir, a Villa– no-y interesaba de que se conociera el plan antes de que se votara. Hubo la de dios porque Gómez Jaén había dao orden, supongo que lo consultó con el Ministerio, de metelu en máquines pa sacar copies. Pero luego recibió instrucciones y no se pudieron entregar. De hecho, el presidente de Hunosa en una conversación conmigo dizme: ‘Tu amigo el bigotes acaba de joderme, quería presentar el plan pero no pude porque su amigo Alfonso Guerra lo impidió’. Entonces ganaron tiempo hasta les autonómiques, que era donde se presentaba Vigil de candidatu». «Luego de que pasen les elecciones presenten el plan. Era demoledor. Textualmente decía: Hunosa no tiene viabilidad. Y teníamos 18.500 tíos trabayando ahí, eh, no era una broma. Programan su cierre en el horizonte del año 2000. Eren diez años de vida. Y eso, claro, pon en pie a to dios. Ahí ábrese un periodo duru, muy duru. El tema era de meter miedo».
Unidad de acción. «Ahí iniciamos la unidá de acción (entre los sindicatos mineros SOMA y CCOO), muy endeble todavía. Ni yo mismu creía en ella. Al llegar a la negociación en serio, en la primavera del 91, el presidente de Hunosa quier hacer un pacto conmigo. Planteómelo a cara perru: ‘Si tú estás de acuerdo, entre tú y yo podemos acabar con el socialfascista de Fernández Villa’. Claro, yo eso… Los sindicatos no somos aquí la mafia calabresa. Eso hubiese sido un delito, fuera el SOMA o Comisiones. Hacer una alianza de eses era totalmente anti natura, sabiendo además que la condición era cerrar Hunosa. Yo no puedo aceptar eso. Y lo que sí se hace ye tratar de llevar adelante, la unidad. La interpretación que yo hago en ese momento ye que la dimisión de Alfonso Guerra (deja su cargo en enero de 1991) influye y Villa pierde poder en el gobierno del PSOE y usa sus activos aquí. Se ve forzáu a enseñar los dientes. Entonces ye cuando yo entro a la unidad de acción. Pero no me fiaba de él un pelu».
«Cuéntote una anécdota. Un día en Hullasa, en Teverga, llevábamos una temporada allí porque no se arreglaba el conflicto, y convenimos hacer una asamblea. Ponte que dije: el lunes hágola yo y mañana empieces tú. Taba yo con Berto Barreo y díjome: ‘Dicen los del SOMA que Josángel no sé que-y pasó que no pudo llegar. ¡Cagonsu…! Cuando acabé yo la asamblea, vino Berto y díjome: ‘¡Taba escondíu en una ducha!’. José Ángel era tramposu. Muy listu, pero escurridizu». «Cuando proponemos la primera movilización ye en junio de 1991. Villa era muy reaciu a hablar en público y llevamos como interlocutor nuestru al filósofo, a Gustavo Bueno, que leyó el manifiesto en el Paseo de los Álamos. La huelga que paraliza Asturias. Eso tien un impacto de su madre». «En septiembre volvemos otra vez. Entonces vienen a hablar en nombre nuestru Horacio Fernández Inguanzo y Rafael Fermández, ¡casi na! Y tienen un impacto tremendo. Al ver esi impacto, Triqui (entonces líder del metal de CC OO) habla conmigo y me diz: ‘Nosotros no teníemos esperances de hacer una huelga en Asturies pero después de les dos que llevais, una seguía de otra, estamos pensando en convocar la huelga general’. Y entonces, amparaos en nosotros, convoquen el 23-O. Vila y yo vamos en la cabecera de la manifestación».
«El Gobierno no movió ficha. ¿Qué más nos queda? Y ahí ye cuando se fragua el encierru de Barreo. Eso te lo voy a contar como fue. Mira, cuando estábamos negociando en Hunosa, muy próximos ya a final de año, Juanín Prado, que era el secretario de CC OO en Hunosa, hacia las once de la noche, después de estar hores y hores y hores y no se avanzaba, díjome: ‘Hevia, ¿qué hacemos?’ Y dije yo (gesto de bajar el pulgar): ‘Bajar al buracu’. Y díjome él: ‘Va a haber que levantar la sesión que tantes hores aquí perturben la mente’. Y al otru día pregunta lo mismo Marino Artos, otru veteranu: ‘Cagondiós, Hevia, ¿qué hacemos?’. Y yo (pulgar abajo): ‘Bajar al buracu’. Y dijo él: ‘Tú estás tan locu como Manuel Nevado Madrid (ex presidente de la Federación Estatal Minera de CCOO fallecido prematuramente en 1990, con 48 años), que se había encerrado en el pozu San Luis».
Déjame pensarlo
«La cosa queda así, pero no sabíamos qué hacer. Y unu de los días tábemos en Hunosa en Oviedo y llega Villa. ‘Joder, Antonio, ¿qué hacemos?’. Y ahí fue donde me lancé yo al charcu y dije: ‘Hay que coger y bajar al buracu’. Y quedó mirando para mí… Yo creí que iba a tener una reacción del tipo ‘tú tas llocu’ o una cosa así. Y lo único que hizo fue hacer buf (leve resoplido) y decir: ‘Tengo que pensarlo’. Y vino unes 48 hores más tarde y dijo: ‘Tenemos que hablar’. Yo anticipéme: ‘Mira, si no lo hacemos nosotros, tú ponte que se encierren en dos o tres pozos unos incontrolaos, ¿y qué hacemos tú y yo? Tienen ellos todo el control y tú y yo quedamos como un par de monigotes. Y eso fue un factor determinante». «Cuando ya él y yo nos ponemos de acuerdo, quedamos en una reunión en la sede del SOMA un domingo por la mañana. En la plaza La Salve de Sama. Vamos Tonín Prado, Marino Artos, José Manuel Flórez, Uría San José –el primu de Víctor Manuel–, y yo. Y allí con otra comisión del SOMA, Villa incluídu, montamos el encierro del Pozu Barreo. Planificamos que tenía que ser la ejecutiva de cada sindicatu. Y voy a explicate la razón: si baja otra gente, cualquiera de fuera podía tomar la batuta. Si bajes a la dirección ejecutiva de cada sindicatu, con nosotros dos al frente, allí no se mueve ni el tato».
«Era 22 de diciembre. Entramos entre once y media y doce de la noche. Cuando se descolgaba la jaula, treinta y tantos allí metíos, vino el capataz jefe de la explotación a tocar la berrona pa impedir que bajara la jaula. Yo ví a Marino Artos sopla-y una hostia. Y vi al otru caer. Cuando nos descolgamos pozu abajo no había luz porque no entraba el relevu me parez que hasta las tres de la mañana. No sabíamos qué hacer. La caña de un pozu no ye un lugar pa hacer floritures. Como caiga alguien a la fosa de esi ya olvídate. Como no veíes, házsete eterno. Entonces, voy a contate esto que no sabe nadie, na más que yo y los que estaben conmigo. Uno metió una linterna, eso vulneraba toes les normes de seguridad habíes y por haber. En la mina, la luz tien que ser una luz determinada por el grisú. Entonces con esa linterna, en el momento en que vimos les correderes ya sabíamos que estábamos en planta». «Bueno, según nos posamos en planta ya nos calmamos. Pero pasamos mucho frío. Era el invierno y, además, cuarta planta. Era la planta de entrada del aire de ventilación. Venía una corriente… Habíamos previsto que na más estar abajo que nos metieren mantes. Pero la dirección de Hunosa dio órdenes estrictes de que eso no se produjera. Aguantamos toda la noche en unes condicione pésimes. Na más habíamos bajao con un anorak y cuatro cosuces. A mí cogiome una infección de garganta de su puta madre».
A pescozones. «Cada organización puso uno de enlace arriba. El míu era Marino Artos. El SOMA puso a Ricardo López Estébanez, el presidente del Montepío. La comunicación era a través de un teléfono de mina o bien bajando ellos. Uno de Comisiones, Rubén, que ya murió el probe, resbaló en les víes y pegó en los raíles y abrióse una brecha considerable. Hablé con Marino: ‘Que bajen los sanitarios y ,además, qué cojones pasa que no metéis mantes ni metéis nada’. Y dijo él: ‘No nos dejen. Ta el presidente ahí’. Y cogí a Villa solu y díje-y: ‘Tal y como está esto, si no lo hacéis vosotros hacémoslo nosotros. O saquen a hostia limpia a toda la dirección de Hunosa de aquí, o vamos a tener que salir nosotros porque no podemos aguantar ni el frío ni les condiciones’. Entonces dimos instrucciones.
Fueron a les oficines y sacáronlos a todos a hostia limpia, a toda la dirección fuera, a pescozones. Y eso trajo les consiguientes responsabilidaes, claro, pero a partir de esi momento bajaron los sanitarios curaron a Rubén y empezaron a bajar los hachos de mina, tables y cajes de puntes. Y preparamos los asentamientos pa dormir». «Dígote cómo estaba el sistema. Una vez que nos metieron tables preparamos unes meses pa comer. Ahí hubo un entendimiento muy buenu entre les dos organizaciones. El SOMA preparó pal su lau su sitio de intendencia y nosotros también. Comer, comíamos todos juntos, en una mesa muy larga, pero pa un lau poníase el SOMA y, pa el otru, Comisiones».
«Villa tenía a un periodista, Ramiro Fernández, que entraba todos los días con les noticies. Había algunes que eran confidenciales sólo pa Villa, supongo que era el que hablaba con Ferraz porque Villa nun podía. Pero luego Ramiro también traía un resumen de prensa diariu. Villa y yo, cuando teníamos que hablar, hablábemos entre él y yo. Solos. No pues hacer una asamblea porque to dios quier opinar. Parez imposible que hable yo eso de les asamblees (risas). Pero ye que hice tantes que les conozco… Así que yo di muchos paseos con Villa. Muchos. Había que gobernar el encierru». Luego vino Navidá y Nochevieja. En Nochevieja, después de la cena, cantamos juntos todos al lau de la jaula ‘Santa Bárbara bendita’. Yo tengo les grabaciones en vídeo. Voy decite por qué. Porque a un hermanu míu, vulnerando yo toes les normes de seguridad habíes y por haber, díje-y que entre la ropa que nos metíen me metiera una videocámara que tenía yo. Eses grabaciones téngoles yo».
Pinchamos el globo. «El día de Nochebuena, cuando nos metió Ramiro el resumen, yo dime cuenta de que habíemos pinchao el globo. Y voy a decite por qué. Les tres noticies destacaes que había eran el mensaje del Papa, el del Rey y luego la foto de Villa y mía encerraos, yo con una bufanda roja. Y cuando Ramiro nos detalló cómo había salido en la tele, díje-y yo: ‘Amigo mío, pinchamos el globo’. Teníamos unos taburetes llenos de telegramas de los más famosos. Escribiónos hasta el escritor esi del ‘yo vine hablar de mi libro’. Umbral… Luego, el 1 de enero entren en Barreo Nicolás Redondo y Antonio Gutiérrez (los respectivos líderes nacionales de UGT y CC OO). Y el 2 de enero allí ye donde hablo yo con Villa de que prácticamente el objetivu lo teníemos cubiertu. Teníemos entonces que preparar la salida». «Pensamos que al salir que íbemos a hablar Villa y yo. Y me dice Villa: ‘¿Tú sabes lo que hay fuera? Unos carteles poniéndonos a parir a todos’. Vale, digo yo. Vamos a cambiar el chip. Hice una carta allí mismo para proponer a Faustino Fernández Álvarez, el que era director de ‘La Voz de Asturias’. Fue Marino Artos a hablar con él y fue el que habló en nombre de Comisiones y de UGT en la explaná del Pozu Barreo. Yo sé quién hizo esos carteles. Poníanos a partir. El hilo conductor era siempre el mismu: Villa ye un traidor y Hevia está en manos de Villa».
Epílogo. «Al final, estamos en el 2023 y Hunosa aun sigue abierta, no cerró en el 2000. Los sindicatos de la minería asturiana creo que hicimos todo lo posible. Con los fondos mineros, hiciéronse infraestructures para mejorar el hábitat y tratar de que esto no se devaluase. En les Cuenques eso no se valora y en otros sitios se valora de forma importante. El Grao lo valoraron y nos dieron el Moscón de Oro por la autovía del Suroccidente. ¿Por qué en les Cuenques, con la autovía minera, con lo que se hizo en cantidá de pueblos, mejorando el hábitat, por qué no se valora todo lo que se hizo? Oye, que fuimos los sindicatos mineros los únicos que optamos por tirar de les Cuenques. Se hizo todo lo que se pudo».
FUENTE: Eduardo Lagar. Publicado por La Nueva España el 31·12·2023. Ver enlace.
AUTORES.
Eduardo Lagar, escritor y periodista. Redactor jefe de LA NUEVA ESPAÑA.
Antonio González Hevia, empezó su actividad pública de la mano de Manuel Nevado, al que guarda «gran cariño por haber sido compañeros y muy amigos». González Hevia es uno de los líderes mineros que protagonizaron el emblemático encierro en el pozo Barredo de Mieres en las Navidades de 1991. Firme defensor de la unidad de acción sindical, González Hevia inició la militancia en el PCE siendo muy joven. González Hevia y José Ángel Fernández Villa fueron los pilares sindicales de aquellos difíciles tiempos de reconversión y cierre de explotaciones mineras. El encierro de Barredo culminó el día 3 de enero de 1992 con los encerrados aclamados por la multitud. Hevia considera que el resultado de aquella movilización fue «positivo» y que, afortunadamente, «no fue en balde, sino que sirvió para mejorar la situación de la minería, y no sólo de la asturiana, sino también de la española en general». Fuente: La Nueva España.
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