El arqueólogo Jorge Camino ensalza la calzada romana de Somiedo como una de las rutas más importantes de Europa y lamenta que los gobiernos apuesten por «el grandonismo cultural cuando con pequeñas cosas se conservan y divulgan nuestros auténticos tesoros»
La montaña somedana y su gran atractivo cautivaron a Jorge Camino Mayor (Avilés 1960) en su juventud y desde entonces ha realizado innumerables excursiones, disfrutando de los diversos paisajes del concejo y de la compañía de sus colegas de caminatas. Este licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y doctor en Arqueología por la de Alcalá de Henares es, en palabras del asturiano Rodrigo de Balbín Behrmann, hoy en día catedrático Emérito de Prehistoria de esta última Universidad, «un caso paradigmático de una generación formada en la Universidad de Oviedo y enriquecida intelectualmente por la asidua colaboración con colegas ibéricos y franceses».
Estas palabras, que forman parte del prólogo del libro sobre la llamada vía de La Mesa, que en breve plazo verá la luz y cuya base no es otra sino la tesis doctoral del propio Jorge Camino, cobran su total dimensión cuando se enmarcan en la deficitaria realidad intelectual de la arqueología asturiana, a la que previamente se refiere Rodrigo de Balbín en el texto mencionado, quien señala también que «los avances se producen a partir de determinadas personas que luchan individualmente por mejorar la situación, aprender y dar a conocer lo que aprenden».
Un café matinal sirve para acompañar la conversación que establezco con Jorge Camino, para hablar del Parque Natural de Somiedo desde la perspectiva del hombre de la cultura que es. Además de su conocimiento del territorio, dada la afición a la montaña que ya he comentado, Camino tiene en su haber el hecho de estudiar la vía de La Mesa desde una perspectiva arqueológica y que, como el lector ya supondrá, ha sido el tema de su tesis doctoral a la que me he referido, leída en el año 2016.
Trabajaba mi contertulio en unos de los yacimientos arqueológicos más divulgados en los últimos años en Asturias, y que no son otros que los descubiertos en otra vía antigua, La Carisa, en la que evidenciaron todo un entramado de restos romanos e indígenas, cuando el llamado Homón de Faro despertó los recuerdos somedanos de Jorge Camino y comentó con sus colegas que aquella estructura defensiva le evocaba mucho al llamado Muro en el conocido camín real del Puerto de La Mesa, en su tramo somedano.
Yolanda Viniegra y Rogelio Estrada eran los arqueólogos que compartían con él los estudios de La Carisa, y lo que se convirtió en una primera excursión y más tarde en una obsesión, se transformó en el trabajo que permitió su doctorado.
De vía a camín real: uno de los más importantes lugares del patrimonio cultural somedano.
Me comenta Jorge Camino que D. Juan Uría Ríu y D. Claudio Sánchez Albornoz, allá en la primera mitad del pasado siglo, descubrieron el origen romano de la llamada ruta de La Mesa, «una de las vías que discurren a mayor altitud en Europa, atravesando los puertos alpinos de la Cordillera Cantábrica, y que su trabajo de arqueólogo, entre los años 2005 y 2007, permitió un primer estudio y reconocimiento histórico de la traza, que, por cierto, en muchos lugares se separa del itinerario actual de la ruta del mismo nombre».
La vía nunca había estado, ni probablemente está, valorada suficientemente, comenta Jorge, quien añade que «hemos descubierto numerosas estructuras de ingeniería constructiva realizadas en época romana», para a continuación deplorar que la primera carretera y «única durante siglo y medio» que comunicaba Asturias con Castilla, desde el siglo XVI, esté en un estado de abandono y desconocimiento social tan lamentable. «Este es uno de los itinerarios que debería formar parte del patrimonio viario europeo, como también lo es el Gran San Bernardo y otros más renombrados, pero no tan importantes», sostiene, para añadir nuevamente que «la vía de La Mesa es una de las que discurren a mayor altitud y que está muy desatendida y falta de promoción en todos sus aspectos». «Ten en cuenta que hasta el siglo XVIII no comienzan a abrirse otros pasos de montaña, como el Trobaniellu, para llegar a Quirós desde Ventana».
Para Jorge Camino, este hecho, el abandono de la vía o vamín real del Puerto de La Mesa, forma parte de la disfunción administrativa con los equipamientos. «No se priorizan las cuestiones, las inversiones, los últimos gobiernos han optado por el grandonismo cultural, cuando con pequeñas cosas se conservan y divulgan los auténticos tesoros que poseemos», me recuerda mi contertulio, a la vez que me recalca que es necesario que todo ello se base en investigaciones serias y científicamente planteadas.
Comento con Jorge Camino mi opinión de que todo el Patrimonio Cultural somedano está en un franco abandono, que en todos los pueblos hay arquitectura religiosa, imaginería muy interesante, elementos etnográficos interesantísimos y que tal vez una de las asignaturas pendientes del Natural de Somiedo pudiera ser la puesta en valor de todo este conjunto de forma que se ofrezcan otras actividades a los visitantes que no sean meramente las de naturaleza y observación de fauna. «Ciertamente hay un dilema, se promociona todo lo religioso y algunas veces solo lo religioso», me comenta, «yo veo que se invierte en demasía en este capítulo y los responsables de su mantenimiento lo dejan envejecer rápidamente»; como ejemplo me habla de la reposición de cubiertas de iglesias y la falta de mantenimiento del mismo por párrocos y parroquianos, «a veces algo tan sencillo como sustituir unas tejas», añade.
Pero falta también la divulgación, la edición de pequeñas guías, «imagínate un pequeño libro de osos, de flores, de pájaros, de La vía de La Mesa, de las brañas, etc. para que la gente lea o simplemente consulte en hoteles, casas de aldea, apartamentos, disfrutando de los días de nieve o lluvia», recalca Jorge, como también, «la escasez o simple ausencia de visitas guiadas a este tipo de patrimonio».
¿Puede haber un futuro para todo este conjunto patrimonial?
Lanzo mi pregunta preferida sobre el Patrimonio Cultural que encierra el Parque Natural de Somiedo, a Jorge Camino Mayor, aunque, a lo largo de nuestra conversación y otras muchas anteriores, ya conozco parte de las respuestas. Toma como ejemplo las brañas para contestar a mi pregunta; «mira, Somiedo es una gran braña, pero faltan estudios de conjunto de estos sistemas de explotación territorial, planteado desde el punto de vista antropológico, histórico, arquitectónico, viario, natural, etc. que permitan entender todo el concepto».
«Si nos fijamos en las cabanas de teito, como todo el mundo sabe y aprecia, están en un franco abandono, pero no se puede abordar la conservación de todas», añade mi interlocutor, para proponer algo que probablemente esté en la mente de mucha gente preocupada, pero que nadie se atreve a expresar con la claridad con que lo hace Jorge: «evidentemente hay que musealizar varios conjuntos muy representativos, como ejemplo La Pornacal y Mumián, y hay que poner otras en uso para que se puedan conservar; hay ejemplos en muchos países, cabañas transformadas en alojamientos temporales, con su exterior intacto, pero con un interior cómodo que permita al visitante disfrutar del lugar sin gran suntuosidad, pero con las mínimas necesidades cubiertas, camastro, baño, agua corriente, luz, chimenea, cocina, etc.».
Para abordar esta transformación, Jorge opina que será necesario establecer unos patrones básicos de rehabilitación, modo de conservación y normas de uso; «porque si no estos elementos etnográficos desaparecerán para siempre y la Administración nunca podría intervenir en todas las cabanas y casas teitadas», añade.
«En realidad», me dice, «hace falta un gran inventario de recursos patrimoniales, a la vez que es necesario, vuelvo a insistir, tener un buen plan de investigación». Sin embargo, Jorge Camino, hombre con la cabeza sobre los hombros y los pies en el suelo, bregado en miles de batallas administrativas, añade casi como epílogo, «¡siempre estamos soñando!, el futuro llega tarde, nosotros ya estamos maduros, en retirada, se podrán hacer cosas, pero muy lentamente y siempre por impulsos externos, no hay materia prima, hay una gran regresión intelectual en todos estos años».
Para finalizar, Jorge Camino Mayor me comenta con nostalgia lo que ocurría en Asturias en los años 80, en donde había una Universidad potente y a su vez se constituía una Administración autonómica planificadora. «Se ha perdido el sentido de la proporcionalidad, todo son floriloquios, se ha perdido la escala de las inversiones, se gasta en tonterías y se olvida lo verdaderamente importante». Como ejemplos, mi contertulio me habla del «teito» que adorna una glorieta en Oviedo y del dolmen más casa castreña de la entrada a Los Oscos.
Jorge y yo hablamos también de otras muchas cuestiones, como por ejemplo la importancia que hubiera podido tener el clima, claramente más cálido en época romana hasta los siglos V o VI, en el abandono de la vía de La Mesa en beneficio de la vía Escrita que discurre por el fondo del valle. De la datación medieval del Muro a partir de una semilla, redonda y pequeña, encontrada en un paleosuelo, de tramos de la vía extrasomedanos arrasados por carreteras, y de un largo etcétera, que el lector podrá consultar en el libro que Jorge Camino Mayor pondrá a disposición de los lectores, en un breve plazo, en las librerías de toda España.
FUENTE: Víctor M. Vázquez. Miembro Numerario Permanente Del Real Instituto De Estudios Asturianos