«Nadie mejor que los somedanos para señalar el camino más adecuado a seguir», señala Nicanor Fernández, presidente de la Fundación Oso de Asturias, que defiende la progresión espectacular del concejo: «En todas las épocas del año recorrerlo es una maravilla»
Hay quien piensa que Nicanor Fernández Álvarez es uno de los asturianos más influyentes en lo que se refiere a la actividad política, social y empresarial de la región. Pero lo que es seguro es que es una de esas personas francamente reflexivas de las que se suele decir que tiene una cabeza muy bien amueblada; personalmente puedo refrendarlo, pues la vida me llevó hace muchos años a entablar una sincera amistad con él, a conocerle creo que ciertamente bien e incluso a poder trabajar bajo su estricta y exigente batuta, con un resultado que presumo satisfactorio para ambos.
Las circunstancias laborales llevaron a Nicanor Fernández a nacer en Laciana (León), su familia participó en la fundación y dirección de la compañía minera Hullas de Coto Cortés, pero él se considera un asturiano por los cuatro costados y, como otros muchos lacianiegos, es de los que piensa que El Cornón no divide, sino que en realidad une dos concejos asturianos, el de Villablino y el de Somiedo.
Si la vinculación con el primero de estos territorios le viene de cuna, la relación afectiva y profesional con el segundo, desde mediados de los 80 pasados, la explica refiriéndose a tres presuntos culpables, Pedro de Silva, Aurelio Álvarez y un tal Víctor Vázquez, que por cierto firma estas pequeñas crónicas semanales sobre el devenir y el futuro del Parque Natural de Somiedo, 30 años después de su declaración.
En la vida laboral de Nicanor Fernández destacan sobre manera el haber sido director de la Presidencia del Principado de Asturias, posteriormente de la de Hidrocantábrico, director de la Fundación EDP y empresario. Hoy, además, desde hace algo más de un año, ocupa la presidencia de la Fundación Oso de Asturias (FOA).
Somiedo como referente vital
Lo primero que destaca mi contertulio al referirse al Parque Natural de Somiedo es una importante relación personal, familiar y profesional con este territorio, del que procura que nada de lo que allí sucede le resulte ajeno. Y si antes hacía referencia a las personas que menciona como inductores de su «somiedofilia», por su detallado conocimiento del paisaje y del paisanaje, destaca que su vinculación a Hidrocantábrico, hoy EDP, y desde hace más de un año por el nombramiento como presidente de la Fundación Oso de Asturias, le ha servido para acrecentar más esta querencia.
Conocedor de todos los entresijos que conllevó la declaración del espacio protegido somedano, no en vano en aquellos años Nicanor Fernández trabajaba, codo con codo y puerta con puerta, con el Presidente Pedro de Silva, no duda en afirmar que «la evolución del Parque Natural desde su constitución ha sido espectacular; hoy en día, pese a las dificultades que siempre existen, los somedanos están orgullosos de serlo», para comentarme a continuación, que «este es un indicador que puede resumirlo todo».
Con la humildad del analista preclaro que siempre ha sido, Nicanor Fernández no duda en anteponer su conocimiento de la realidad somedana para manifestarme que «quizás por eso, a veces, me atrevo a opinar sobre aquello que pienso es mejor para esa tierra, pero siempre desde el respeto y la convicción de que, en general, nadie mejor que quien allí vive para señalar el camino más adecuado a seguir».
Ciertamente, Nicanor tiene razón, pero Somiedo ya no es sólo de sus habitantes, ni nunca lo ha sido, hay un gran patrimonio colectivo que pervivió gracias a las aportaciones de muchas personas anónimas o no tanto, y gracias a muchos esfuerzos se han alcanzado éxitos impensables en 30 años de gestión, le digo, y yo veo claroscuros que pueden distorsionar un futuro sostenible en el medio plazo.
«Mira, gestionar el éxito no es más fácil que alcanzarlo», me dice con contundencia; «evidentemente Somiedo no puede crecer indefinidamente en número de visitantes, y de manera muy especial durante los meses de verano -hay algún día o momentos bastante incómodos-, sin poner en riesgo su propia esencia», afirma Fernández para hablarme de algo que viene comentando desde hace años cuando le preguntan cosas parecidas.
Para él lo más importante es «apostar por la calidad en todos los niveles, lograr que quienes visitan nuestro primer parque natural ‘gasten más’, porque reciben más y mejores servicios y profundizar en la desestacionalización». A este respecto me habla de su experiencia personal: «no hay época del año, lo sé muy bien, en que recorrer Somiedo no sea una maravilla».
Preservar el oso pardo y su hábitat, objetivo prioritario
Como continuación de su apuesta por la calidad, Nicanor Fernández dice: «Unido a esto me preocupan mucho las últimas expectativas, estimo que desmesuradas, en torno al avistamiento de osos. Su hábitat es extremadamente sensible y cualquier interferencia en él más allá de los usos locales tradicionales, puede acarrear consecuencias negativas para consolidar la recuperación de esta especie, que incluso mucho más allá de su importantísimo valor medioambiental, constituye una tarjeta de referencia impagable».
Mi contertulio no pierde el tiempo en pausas y continúa su discurso con unas apreciaciones ciertamente interesantes, y poco maduradas por quienes hablan últimamente de la bondad de los avistamientos de osos en libertad. «Si un porcentaje muy alto de quienes visitan Somiedo lo hace por que espera ‘ver’ osos, pueden suceder una de estas dos cosas: No los observa y ello defrauda sus expectativas, o bien la presión para lograrlo, más pronto que tarde, tendrá efectos indeseados sobre la especie».
«El objetivo», añade Fernández, «tiene que ser visitar las tierras en las que viven los osos, pues ello es garantía más que suficiente de una experiencia extraordinaria. Si además, de manera respetuosa, e incluso con un asesoramiento profesional, se produce un avistamiento, ¡magnífico!». Además, el presidente de la FOA piensa que este va a ser uno de los temas cruciales en los próximos meses y opina que debemos ser muy, muy responsables, con las medidas que se adopten al respecto, e insiste que la primera «es no crear expectativas desmedidas».
¿Hacia dónde debería avanzar el parque de Somiedo?
Cuando lanzo esta pregunta a Nicanor Fernández, responde con la rapidez que le caracteriza. «Con los recursos naturales, el máximo respeto. Su preservación es el mayor activo de presente y de futuro para los somedanos; y para ellos, y para quienes les visitan, disponer de buenos servicios sociales, educativos, médicos y, totalmente imprescindible, un acceso competitivo a las redes de sistemas de información y comunicación. Es lo razonable para fijar población y desarrollar un sector servicios de calidad». También ve mi interlocutor la necesidad de que algunas actividades de transformación agroalimentaria en pequeña y mediana escala, tuvieran un papel más relevante.
Para Nicanor Fernández, otro tipo de iniciativas tendrían difícil cabida en el Parque Natural de Somiedo, ya que no es posible ni mucho menos deseable el «todo vale» sin poner en riesgo su propia esencia.
Para él y para otras muchas personas a las que no nos une ninguna vinculación de tipo laboral con la producción energética, la central de La Malva, con algo más de 100 años de existencia, constituye el ejemplo de una actividad industrial muy integrada en el entorno, y de todo punto respetuosa.
Ciertamente, la creación de aquella empresa matriz, Saltos de Agua de Somiedo, germen de la que luego sería Hidroeléctrica del Cantábrico, ha sido un factor determinante en el desarrollo del concejo de Somiedo y aquella primera central, hoy en día un auténtico museo vivo, pues sigue en producción, es una magnífica tarjeta de visita e incluso un soporte económico muy significativo para los somedanos. Mientras hablamos de este tema, Nicanor Fernández no duda en comentarme que «personalmente, en la parte que corresponde a EDP, estoy muy orgulloso de formar parte de su entrañable historia».
«Dado que Somiedo está en el ADN de la compañía, que ha sido y es un extraordinario vecino, contribuyendo desde luego a la economía del concejo, pero también a la divulgación de sus valores a través de publicaciones y otras iniciativas sociales y culturales relevantes todos los años», comenta Nicanor Fernández, «en los últimos meses, con motivo de la celebración del 30 aniversario de la declaración del Parque Natural, la Fundación EDP se ha convertido en el principal patrocinador de las actividades que se están llevando a cabo».
«Buena prueba de que La Malva y EDP no son sólo parte de una gran historia común, sino que constituyen una clara apuesta de futuro», apunta para finalizar esta agradable conversación, mientras degustamos sendos cafés en su despacho.
FUENTE: VÍCTOR M. VÁZQUEZ (Miembro Numerario Permanente Del Real Instituto De Estudios Asturianos)