Artículo de nuestro tertuliano José fernández en La Nueva España del domingo 17 de diciembre de 2023
José Fernández es profesor de instituto jubilado y ganadero. Nació en el pueblo lenense de Reconcos en 1949 y durante un cuarto de siglo fue el director del Instituto Bernaldo de Quirós de Mieres. Jamás dejó de ser ganadero. «Nunca tuve vacaciones, todos los años iba a la yerba»
«Me llamo José Fernández Fernández, tengo 73 años años. Nací en Reconcos un pueblín de Lena al que permanecí unido hasta hoy, por el invierno, el verano, el otoño y la primavera. Tengo casa y fincas aquí. Y una vaca. Estuve estudiando para cura en la época de Tarancón. Marché con 9 años a Covadonga. Fue la forma de salir arriba. Como dice el presidente que tenemos ahora, Barbón, fue el ascensor social. En el Seminario de Oviedo estaba en la “schola”, la de cantar, así que la cantábamos a Tarancón, a la Virgen de Covadonga y a quien se pusiera. Después hice Filosofía y fui profesor de Lengua y Literatura hasta que me jubilé en el año 2015. Durante veinticinco años fui también director Instituto Bernaldo de Quirós de Mieres. Mientras daba clase siempre tuvimos vaques. Te diré que nunca fui de vacaciones, siempre anduve a la yerba por el verano. Ahora me dedico a los libros, a leer, a escribir y a atender al ganado».
Limpia de urbanismo
«Fue una infancia en el ámbito rural. Decir que fue una infancia feliz es una tontería, pero fue una infancia ‘limpia de urbanismo’, vamos a decirlo así. Me crie en el ámbito del ganado, las vacas, la hierba, los trabajos, el tiempo… Una vida rural pura y dura. Mi padre, aunque después entró en la mina, ya de mayor, era ganadero y también tratante. No tengo más hermanos, soy hijo único». «Fui a escuela en un pueblo cerca de Reconcos y después ya ingresé en el Seminario a los 9 años. En la escuela teníamos un maestro muy bueno, que era de aquellos represaliados de la guerra por el franquismo. Se llamaba José Tarrio, era gallego. Aquel maestro marchó enseguida para Galicia, luego vinieron los maestros del régimen y ya estábamos todo el día cantando el ‘Cara al Sol’».
Nací en 1949, era una vida totalmente agrícola y ganadera. Aunque en el concejo ya había minas, claro. Además de las de carbón, aquí cerca teníamos una mina de mercurio que anda por ahí todavía dando la lata con la contaminación (la mina de La Soterraña), que ya la cerraron. Llegó a tener unos 400 o 500 trabajadores, había una producción de mercurio muy grande, era la segunda mina de España después de Almadén. Estuvo abierta hasta los años sesenta, luego fue cuando el precio del mercurio pegó un bajón tremendo y cerraron». «Luego, en cuanto al carbón, la gente bajaba a trabajar a los pozos de Mieres o las minas de montaña que había en el propio concejo, en La Cobertoria, por la zona de Carabanzo… Explotaciones que derivaron de aquellos chamizos. Pero aquí en el pueblo y en la parroquia se compaginaba la minería con la vida en el campo. Era una actividad mixta. La minería ayudó mucho, y esto hay que reconocerlo, al mundo rural. Permitía tener un sueldo y permitió, sobre todo, el acceso a la propiedad. Antes no había dinero para comprar las tierras. La vida del campesino en la comarca era muy pobre. La mina permitió también mejorar las casas, tener una alimentación diferente y estudiar a los hijos».
Con arado romano
«En Pola había servicios, comercios y todo lo demás, que era otra forma de vida y vivía mucho de los pueblos. La minería fue fundamental para la zona rural. Éramos un consejo muy rural, muy atrasado. Atrasado en cuanto a la forma de trabajo. Para que entiendas: funcionábamos con el arado romano y con formas de vida medievales. Después, sobre los años 70, ya empezó a entrar la maquinaria. Eso cambió por completo el trabajo en el campo, ya vinieron los tractores y demás. Aquí el principal promotor que fue una empresa privada, el Garaje Domínguez, que vendía maquinaria para el campo: pequeñas máquinas para segar…. Todo eso supuso un cambio muy profundo. Antes la maquinaria no se podía comprar. La minería permitió pagar la letra, digamos».
Reconversión y fuga
«La mayor parte de la gente iba a trabajar a los pozos de Mieres. En la parroquia, cuando cerraron estas minas de mercurio muchos se incorporaron al sector servicios y otros fueron para Gijón, para Unimsa. Marcharon a Gijón a la zona de La Calzada. Luego con las prejubilaciones de la minería, en una fase más reciente, siguieron marchando para La Calzada. En ese aspecto, Tini (Vicente Álvarez Areces), que era cuco, supo promocionar y construir en Gijón para poder meter allí a todos los emigrados de las cuencas del Caudal». «Yo viví toda la reconversión en carne viva. Recuerdo aquellas huelgas que montaron alrededor del pozo Barredo, que estaba al lado del instituto. Los críos estaban muy comprometidos, eran conscientes del problema que se avecinaba. Para que te des una idea, nosotros teníamos mil y pico alumnos por entonces. Pero a medida que avanzaba la crisis y la gente se iba jubilando, iban marchando cada uno para los orígenes y fuimos quedando sin alumnos. Cuando yo cogí la dirección había once grupos de tercero de la ESO. Después empezaron a ser seis o siete grupos nada más».
«Había un pesimismo social por muchas razones. Por el cierre, por los movimientos sociales, por las huelgas, por las protestas… Cada poco había una manifestación en Mieres, acuérdate. Pero, oye, había una cosa curiosa. Los problemas estaban en Mieres, pero los sindicatos iban a manifestarse a Oviedo y dejaban la ganancia en Oviedo. Era una cosa curiosísima. Hasta que se protestó, claro: las manifestaciones se tienen que hacer en Mieres».
–¿La ganancia?
–Home, ya lo sabes. Después de la manifestación el cacharru, la cena y lo que pintara, lo siguiente. Fue una época muy convulsiva. No fue una broma.
–¿Qué quedó de aquello?
–Quedaron las jubilaciones, que fueron un refuerzo para mantener un poco la esperanza. Después vino la Universidad, con el campus de Mieres, y los fondos mineros. Pero, bueno, aquí no pasó como en Sagunto que una fábrica se reemplazó por otra. Aquí los pozos no se sustituyeron por nada. Los fondos mineros se aprovecharon a medias tintas y no dieron el fruto que tenían que dar. Las pensiones fueron muy criticadas por toda la gente de Oviedo, pero si no hubiera sido por ellas esto hubiera sido una crisis estilo Margaret Thatcher.
«Pues hay quien argumenta hoy que, de haber adoptado ese modelo, aunque muy doloroso al principio, se hubiera dibujado otro escenario hoy en día al forzar a la gente a «buscarse la vida»»
–¿Y sabes tú lo que hubiera sido «buscarse la vida»? Una emigración feroz. Eso hubiera sido buscarse la vida. Si Mieres tiene hoy 39.000 habitantes, hubieran quedado 15.000. La gente que trabajase en hospitales, institutos, escuelas, media docena de bares y poco más. Esto es muy serio, no se puede frivolizar sobre ello. Es de cajón. ¿Dónde estaría la gente ahora? No iba a quedarse encerrada en el piso a morir de hambre. Hubiera habido una emigración feroz. Pero feroz. Si fuéramos un poco agradecidos había que canonizar a los promotores de las prejubilaciones porque, sin ellas, esto habría quedado para coto de caza de jabalíes.
El campo
«Lena tiene un sector primario muy importante que están desvirtuando. Los puertos de alta montaña, los bosques, las praderías y todo esto eso se sigue cultivando. Pero ya somos todos vieyos, aunque moriremos con las botas puestas, como decía el otro. Yo creo que la fuerza de Lena está en el campo. Hay mucho ganado y se trabaja muy bien. Pero tiene que haber inversiones autonómicas y estatales grandes. Y no se está invirtiendo. La autonomía tiene que invertir y transformar. Pero ha dejado de haber proyectos».
Cuidar al paisano
«Primero, tiene que haber una fiscalidad especial para el campo. Un chigre en un pueblo paga los mismos impuestos que una cafetería de la Pola y eso no puede ser. Ya lo decía Lamuño (Julio Antonio Fernández Lamuño, 1920– 2022, perito agrícola de la Diputación de Oviedo y pionero en el desarrollo de nuevos cultivos y prácticas campesinas en Asturias), que parecía que los campesinos tenían que pagar por vivir en el campo. Porque los tienen abandonados y están convirtiendo a los ganaderos en mendigos de Europa. Y como dice el antropólogo Adolfo García, la gente de los pueblos tendría que cobrar por vivir en los pueblos porque son los jardineros del paisaje y son los que tienen que mirar por la parroquias, por los concejos, por los parques naturales»
«Pero desgraciadamente no es una prioridad recuperar el campo. Yo hice una asociación apícola en Lena, Apilena. Trabajamos durante doce años y no te cuento el final porque habría que hablar mal de alguien, pero Lena fue una potencia apícola. Con la ayuda de la Fundación Príncipe de Asturias, no te imaginas el cambio tan profundo que se produjo en la producción y el dinero que movió. Movíamos millones de pesetas. Muchas carreras se pagaron con la apicultura. Ya digo, hace falta invertir. Por ejemplo, en el País Vasco la madera de castaño está ya considerada apta para la construcción. Y aquí el castaño está secando. También se acabó la producción de las avellanas. ¿Y te acuerdas de aquel consejero de Agricultura, Jesús Arango? Todas las pumaradas que ves ahora son de la época de Arango, nos regalaban manzanos y eran inversiones que generaron mucha riqueza. Son ejemplos de cosas que se fueron haciendo pero que fueron desapareciendo poco a poco, minando las capacidades del ámbito rural».
«Hacen falta proyectos, proyectos. Yo a los alumnos les decía: ¿conocéis algún rico que se haya hecho rico con las manos? Con las manos no se hace rico nadie, se hace uno rico con la cabeza, se hace uno rico con los proyectos. Pero hay que tener proyectos y explicar los proyectos. Porque, mira, aquí tenemos el Parque de Las Ubiñas y yo creo que no tiene ni director. El parque existe porque sale en LA NUEVA ESPAÑA, que es la que crea la realidad social. Pero en los pueblos no existe. Y eso que ésta es una zona privilegiada. Pero volvemos a lo de siempre: hay que invertir. Esto se resuelve invirtiendo. No se resuelve echando discursos ni predicando».
Fuego y matorral
«Y hay que tener en cuenta a los paisanos. Porque los paisanos somos los conservadores de la zona. Cuando no interviene el paisano todo se convierte en un matorral, desaparece todo, se convierte Asturias en un mar móvil de fuego. Y también tienen que plantearse descongestionar Oviedo y sacar consejerías de Oviedo. Por ejemplo, llevar la consejería de Medio Rural a Occidente. Y llevar otras a Pola de Siero, a Gijón, o a Pola de Lena. Desde luego, las consejerías relacionadas con el medio ambiente hay que sacarlas de Oviedo. La administración tiene la obligación de ayudar al equilibrio territorial. Y acabar con la burocracia: no te puedes imaginar la burocracia que hay para mover el ganado. Con tantos papeles que hay que llevar, los paisanos tendremos que ir a vivir a la Consejería ¿entiendes?»
«La Pola sufrió una transformación profunda en los años 70 y 80 del pasado siglo, pero ahora está todo parado. No se construye apenas. Ahora se va a empezar el ambulatorio nuevo, después de no sé cuantos años. Bajó mucho la Pola y después, claro, el problema es que hay que tener muchas actividades para crear un ambiente y eso ya es un tema del Ayuntamiento, ¿entiendes?. Un porcentaje muy alto de la población rural trabajaba en las minas y esa gente no marchó. Esa gente es la que baja a Pola a comprar y la que gasta el dinero en La Pola. Te quiero decir con esto que a lo mejor por eso en la Pola se sintió menos la reconversión que en Mieres». «Ahora yo diría que no hay un pesimismo social agudo, pero tampoco haya una euforia social descontrolada. La gente tiene para ir tirando y como somos de una edad muy mayor estamos esperando todos lo que esperamos, que nos llegue la enfermedad y la muerte. No hay un pesimismo generalizado, creo, por culpa del colchón de las jubilaciones. La gente tiene para tomar el café, para salir a cenar…».
La juventud
«El problema es la juventud. No solo la juventud de Lena está abandonada. No hay proyectos para la juventud ni en Pola ni en Mieres ni en Oviedo ni en España ni en ningún sitio. Los habrá en Europa, o sabe Dios. Yo tuve alumnos buenísimos y cambiaron muchísimo. Primero no salían de casa y luego andaban por Londres como tú y yo andamos por Oviedo. Tenemos alumnos trabajando de jefes de fábrica en Dinamarca y alumnos en el AVE de La Meca. De ingenieros, no creas que picapedreros. El problema es que tuvieron que marchar de Asturias a buscarse la vida… No sé. Parece que lo estamos buscando adrede. Yo creo que vamos a terminar por anexionarnos con Santander, hacer una sola provincia y el que la coja, para él».
FUENTE: LA NUEVA ESPAÑA. Publicado el 17 de diciembre de 2023.
AUTOR: Eduardo Lagar, escritor y periodista. Redactor jefe de LA NUEVA ESPAÑA.
TERTULIA 17 DE MIERES.
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